La arquitectura, como muchas otras disciplinas, ha contribuido históricamente a la invisibilización de ciertos colectivos, como las mujeres -nada menos que el 50% de la población- o el conformado por la población LGTBIQ+. Las urbes han evolucionado bajo un conjunto de mecanismos dirigidos por los hombres, que han omitido las necesidades de las mujeres y las ha mantenido ajenas a las decisiones y al control social y político. Esa hegemonía es transversal y abarca desde las normas más globales que rigen nuestra vida, hasta los elementos más cotidianos en el lugar más íntimo de todos: la vivienda.
Por eso, y con motivo del Día Internacional de la Mujer, si el año pasado analizamos las desigualdades a las que las mujeres se enfrentan en el entorno urbano, este año llevamos ese análisis al ámbito privado. Ya que el hogar es el origen de todo. Es el derecho del que parten el resto de derechos y que condiciona ámbitos como el ocio, el estudio o el descanso. Es el lugar donde proyectamos nuestra personalidad y, también, el espacio donde se desarrollan la mayor parte de los cuidados, todavía circunscritos al ámbito privado. Y es que, aunque analizar la norma en lo público es esencial, es en la intimidad de la vivienda donde se desarrollan los roles, la división sexual del trabajo y las desigualdades. Es, por tanto, sustancial, examinar cómo está construida y cómo los distintos elementos y la distribución del hogar favorecen a una jerarquización de los espacios, perpetuando las divisiones de género y fomentando los roles de cuidado que, históricamente, han recaído sobre las mujeres.
Diseño de viviendas y desigualdad de género
En la construcción de viviendas, se han observado patrones que reflejan y perpetúan la desigualdad de género. Por ejemplo, las áreas consideradas como “privadas”, como los dormitorios y baños, tienden a ser diseñadas para la comodidad y privacidad de los hombres, mientras que las áreas “públicas”, como la cocina y el área de estar, a menudo son relegadas al ámbito de las mujeres.
Los diseños arquitectónicos, que priorizan las necesidades y preferencias de los hombres sobre las de las mujeres, reflejan y refuerzan así una serie de privilegios masculinos. La manera en que se diseñan las viviendas puede influir significativamente en la distribución de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. De hecho, algunos expertos sugieren que la disposición de los espacios interiores puede contribuir a superar la división sexual del trabajo en el hogar. Por ejemplo, diseñar cocinas abiertas que se integren con áreas de estar puede fomentar una mayor participación de los hombres en las tareas domésticas, al hacerlas más visibles y accesibles.
Diseño de cocinas inclusivas
Uno de los principales espacios que reflejan la desigualdad dentro de la vivienda es la cocina. Es sustancial enfocar el diseño de cocinas a fomentar la participación igualitaria en las tareas domésticas. Siguiendo este enfoque, se pueden incorporar elementos como mesadas de altura regulable para adaptarse a diferentes estaturas y necesidades físicas. Además, se puede optar por distribuciones abiertas que permitan una mayor interacción entre la cocina y otros espacios comunes, promoviendo así la participación de todos los miembros del hogar en las actividades culinarias.
Baños accesibles y seguros
Es imprescindible también diseñar baños que sean accesibles y seguros para todas las personas, independientemente de su género o habilidades. Esto incluye la instalación de barras de apoyo en la ducha y cerca del inodoro, así como la elección de superficies antideslizantes para prevenir accidentes. Además, se puede considerar la inclusión de tocadores y espejos de altura ajustable para adaptarse a las necesidades de personas de diferentes estaturas y habilidades.
Flexibilidad en el diseño de dormitorios
Otro aspecto clave es el diseño de dormitorios que sean flexibles y adaptables a las necesidades cambiantes de los residentes. Esto puede implicar la inclusión de armarios modulares y sistemas de almacenamiento versátiles que permitan maximizar el espacio disponible y facilitar la organización y el acceso a la ropa y otros objetos personales. Además, se puede optar por diseños de habitaciones que permitan una fácil reconfiguración para adaptarse a diferentes usos, como trabajar desde casa o practicar actividades recreativas.
Espacios comunes para la interacción social
También cabe enfatizar en la importancia de diseñar espacios comunes que fomenten la interacción social y la conexión entre los residentes. Esto puede incluir la creación de áreas de estar confortables y acogedoras que inviten a la conversación y al compartir momentos de ocio. También se pueden integrar elementos naturales, como plantas y luz natural, para crear un ambiente agradable y estimulante que promueva el bienestar emocional y mental de los habitantes.
Por tanto, el diseño de viviendas con perspectiva de género es fundamental para promover la igualdad y la inclusión en nuestra sociedad. La revolución de lo público empieza en el ámbito privado. Por lo que crear hogares más accesibles, seguros y confortables para todas las personas, independientemente de su género, edad o habilidades es sustancial para seguir explorando y promoviendo prácticas de diseño arquitectónico que reflejen y fomenten los valores de equidad, diversidad y justicia social en el entorno construido.