La arquitectura es, quizá, de todas las artes, la más inherente a nuestro día a día. No obstante, también se caracteriza porque bebe de muchas otras disciplinas artísticas. De manera que, de las distintas formas de expresión de la arquitectura se infiere el impacto de muchas otras artes que, no solo ejercen de fuente de inspiración, sino que también forman parte de su proceso de creación.
Es evidente que disciplinas como la escultura o la pintura se entrelazan con la arquitectura para dar vida a proyectos creativos, impactantes y cautivadores, pudiendo incluso definirse la arquitectura en sí como una escultura habitable. No obstante, existe una disciplina cuya combinación con el entorno arquitectónico da lugar a un diálogo visual y narrativo que embellece y enriquece ambas artes: el cine.
La arquitectura como telón de fondo
En primer lugar, la arquitectura desempeña un papel fundamental en la ficción como telón de fondo y escenario para las historias que se desarrollan, llegando incluso a convertirse en un personaje más de la trama.
Es habitual ver ficciones en las que las ciudades juegan un papel sustancial, siendo, no solo el escenario, sino un agente activo que ejerce de dinamizador de la historia. En series como Sexo en Nueva York, Suits, CSI o Friends, Nueva York es un protagonista más, interactuando de forma constante con los conflictos y las tramas que vemos en pantalla.
Lo mismo ocurre con las ficciones patrias, convirtiendo, normalmente Madrid -aunque cada vez es más común ver otras ciudades- en escenario y protagonista de la historia.
Y, por supuesto, con todos aquellos directores cuyas películas se convierten en cartas de amor a una ciudad, como ocurre con Woody Allen y Midnight in Paris, A Roma con amor o Vicky Cristina Barcelona.
En algunos casos, incluso edificios o lugares emblemáticos se han convertido en símbolos reconocidos del cine y han sido utilizados repetidamente como escenarios en diferentes producciones cinematográficas. Estos lugares se vuelven icónicos, no solo por su arquitectura distintiva, sino también porque evocan todas aquellas historias que se han contado en su entorno.
La arquitectura como representación del contexto
Además, la arquitectura en el cine permite establecer el contexto y atmósfera de las escenas. Los equipos de producción trabajan en estrecha colaboración con arquitectos y diseñadores para crear sets y escenografías que transmitan una determinada época, ambiente o estilo arquitectónico. La atención al detalle en la selección de los elementos arquitectónicos y su integración en el diseño de producción contribuye a la autenticidad y coherencia visual de la ficción.
Por ejemplo, en El Gran Gatsby, la arquitectura representa de forma magistral la grandiosidad y la opulencia de los locos años 20, convirtiéndose en un fiel reflejo del Renacimiento Gótico y el Art Deco en su mayor expresión. La arquitectura no sirve simplemente como telón de fondo de la historia, sino que cuenta la historia en sí misma. A través de las diferentes habitaciones y estructuras se nos narra una abundancia que muestra la yuxtaposición con aquellas estancias que representan la pobreza de una gran parte de la población de la época.
Lo mismo ocurre en todas aquellas ficciones de época, en las que los diferentes elementos arquitectónicos y ornamentales se emplean para contar las costumbres y formas de pensar del periodo histórico en el que se basan. Un ejemplo claro son todas aquellas adaptaciones de las novelas de Jane Austen, en las que los diferentes espacios y elementos decorativos muestran con detalle cómo era la sociedad rural de la Inglaterra georgiana.
La arquitectura a través del cine
Por otro lado, el cine tiene la capacidad de capturar y transmitir la esencia de la arquitectura a través de su enfoque visual y su narrativa cinematográfica. Las películas pueden representar la belleza, la forma y la función de los edificios de una manera única, a menudo mostrando ángulos y perspectivas que realzan la estética arquitectónica.
Los directores y cineastas también utilizan la arquitectura como una herramienta narrativa para reflejar los estados de ánimo y conflictos de los personajes.
El diseño como sello de identidad de algunos cineastas
La ficción cinematográfica comparte similitudes con el diseño arquitectónico en términos de composición visual y narrativa espacial. Ambas disciplinas se basan en el uso del espacio, la luz, las líneas y la perspectiva para crear emociones y transmitir mensajes. La elección cuidadosa de los ángulos, la iluminación y los movimientos de la cámara en el cine, al igual que la disposición de los espacios, los volúmenes y los materiales en la arquitectura, tienen un impacto significativo en la experiencia visual y emocional del espectador o del usuario.
Por eso, existen ciertos directores que emplean el diseño de interiores como un elemento diferenciador de su arte. Es el caso de Wes Anderson o Pedro Almodóvar. Ambos hacen uso de diferentes patrones estéticos, como ciertos elementos o colores que se repiten en todas sus ficciones.
La impronta de Wes Anderson en el diseño de sus películas se ha convertido en todo un referente a nivel mundial. La simetría, los colores vibrantes y los patrones detallados forman parte de la narrativa, llegando a ser una extensión de la personalidad de los personajes y su estado emocional, convirtiéndose así el diseño de interiores en un lenguaje visual en sí mismo.
Asimismo, Almodóvar se caracteriza por sus rojos vibrantes y provocativos. Símbolo de sensualidad, dolor e incluso muerte, este color se convierte en sello de identidad del director manchego, no solo por su estética provocativa y salvaje, sino por su carga emocional.
En definitiva, la relación entre la arquitectura y el cine es una conexión compleja que trasciende la estética. La arquitectura se convierte en el cine en un personaje en sí misma. Y, a su vez, el cine captura la esencia y la belleza de la arquitectura, elevando su impacto en el espectador.
Todo un diálogo entre lo visual y lo narrativo que sirve como nexo de unión entre los diferentes elementos que tejen una buena historia.
por Rocío Tuset