El día en Copenhague empieza con un agradable paseo en bici. El olor del mar, que se cuela en las calles de la capital a través de sus canales, acompaña a los habitantes de la ciudad que, procedentes de diferentes países del mundo, han encontrado en las posibilidades que ofrece la capital danesa un lenguaje común. “Copenhague se ha convertido en mi hogar”, afirma Jorge, valenciano afincado en la ciudad desde hace cinco años y medio. Y es que la capital acoge por igual a autóctonos y recién llegados. En Copenhague, arquitectura, sostenibilidad, inclusión, comodidad y diseño conjugan un único idioma: el de mejorar la vida de sus ciudadanos.
Al igual que sus habitantes, provenientes de todas partes del mundo, la arquitectura de Copenhague integra diferentes estilos e influencias. En ella conviven, desde monumentos de principios del siglo XVII, pasando por barrios residenciales de finales del siglo XIX, hasta las nuevas construcciones modernistas que sitúan a la ciudad a la vanguardia del diseño y el urbanismo.
La capital danesa se postula, pues, como una ciudad que mira al futuro sin perder de vista el pasado. Tradición y vanguardia comparten escenario y, de esta simbiosis surge una estética única, ecléctica y diversa que se erige bajo las premisas de sostenibilidad e inclusión.
Una ciudad que mira al futuro
Si hay algo que Copenhague pone de manifiesto, es la urgencia de construir ciudades libres de huella de carbono. La ciudad danesa se propuso ser en 2025 la primera capital del mundo en alcanzar la neutralidad climática, es decir, en generar las mismas emisiones que pueda absorber. En el futuro cercano, se plantean medidas para reducir en un 70% su huella de carbono para el 2030.
Sin embargo, más allá de objetivos a largo plazo, la realidad es que Copenhague está a la vanguardia de la sostenibilidad desde hace años, debido a las diversas mejoras e implementaciones en calidad de planificación urbanística.
Camino a la “ciudad de los 5 minutos”
Hay una tendencia general en la arquitectura y el urbanismo a nivel mundial que consiste en acortar las distancias entre los diferentes espacios del día a día. Mediante una mejora en la planificación urbana se pretende lograr que todos los servicios básicos: trabajo, ocio, comercios y servicios mínimos -colegios, sanidad, supermercados- estén a máximo 15 minutos andando o en bicicleta de casa. De esta manera, los ciudadanos tienen menos necesidad de desplazarse, reduciendo así la huella de carbono y revirtiendo el impacto negativo medioambiental de los últimos años, en pro de lograr los objetivos en materia de sostenibilidad estipulados por la ONU.
En Copenhague, gracias a la extensión y accesibilidad de sus carriles bici, este modelo de proximidad lleva ejecutándose años. No obstante, el estudio de arquitectura COBE pretende ir más allá, convirtiendo Nordhavn en la ciudad de los cinco minutos. En esta nueva construcción, el acero crudo y las estructuras originales de hormigón se funden para dar paso a un edificio residencial de estética brutalista, que tendrá como objetivo transformar esta antigua zona portuaria industrial en un barrio donde todos los servicios estén a máximo cinco minutos, sin necesidad de transporte y, por ende, sin contaminar.
Funcionalidad y estética
No hay duda de que la ciudad danesa alberga algunos de los hitos arquitectónicos más relevantes de los últimos años.
Copenhague es una ciudad esteta en cada uno de sus rincones y, si por algo destaca la nueva camada de estudios de arquitectura que están transformando la ciudad, es por fusionar de forma intachable la funcionalidad, la sostenibilidad y el diseño.
Entre las edificaciones construidas en estos últimos años, destaca especialmente CopenHill, una loma artificial edificada encima de una incineradora de residuos en la que se puede practicar un esquí futurista -sin nieve y sobre un césped preparado para la ocasión- escalar o disfrutar de las vistas a la ciudad. Obra de BIG, uno de los estudios más innovadores de Dinamarca, esta loca creación vincula el hedonismo con la sostenibilidad de manera magistral.
Efervescencia cultural
Los extensos carriles bici de Copenhague mantienen a sus habitantes conectados con la ciudad, convirtiéndola en un hervidero de vida social, especialmente en los meses más calurosos. En la idiosincrasia de los daneses está el hibernar durante el invierno y hacer vida en la calle durante los meses centrales del año, ya que, como Jorge nos indica: “Copenhague es la mejor ciudad del mundo para vivir en verano”.
La efervescencia cultural de la ciudad, viene, en gran parte, inferida por las posibilidades que la planificación urbanística y arquitectónica ofrece. Los parques, los canales y las calles se convierten en telón de fondo de eventos musicales, conferencias, espectáculos cómicos y reuniones sociales. A la hora de acometer el diseño de los espacios públicos, se tiene en cuenta el carácter internacional y multicultural de la ciudad, llegando a construir parques que disponen de elementos culturales de todas las nacionalidades, con el objetivo de integrar a los ciudadanos provenientes de otras culturas.
Copenhague, Capital Mundial de la Arquitectura 2023
Por todo esto, Copenhague ha sido escogida por la UNESCO para ser la Capital Mundial de la Arquitectura 2023. La ciudad danesa recoge el testigo de Río de Janeiro -ciudad que ocupó el puesto en 2020, quizá el año más difícil de los últimos tiempos- y se convierte en la sede del Congreso Mundial número 28 de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA).
El Congreso, que este año tendrá por lema “Futuros Sostenibles – No dejar a nadie atrás”, es uno de los eventos más relevantes en el ámbito de la arquitectura y el urbanismo y en él se reúnen líderes del sector para debatir sobre el futuro de las ciudades. El objetivo de este año es, como su propio nombre indica, lograr que la arquitectura y el urbanismo se conviertan en motor de cambio para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Copenhague se convierte, pues, en la ciudad perfecta para acoger este Congreso. Hogar de algunos de los arquitectos más innovadores del momento y capital que, lejos de acomodarse, se mantiene en constante evolución, logrando que nadie que se adentre en sus calles por segunda vez, encuentre en ellas la misma experiencia, pues la ciudad nunca será la misma que la última vez que se pisó.
por Rocío Tuset