La iluminación de los espacios que habitamos influye en nuestras emociones y, por supuesto, en la experiencia que vivimos en dichos espacios. Lograr ambientes lumínicos adecuados según las características del lugar y las diferentes actividades que se desarrollan en él es sustancial para lograr un clima agradable y coherente con todos sus elementos.
“La luz crea el ambiente y la sensación de un lugar, así como la expresión de una estructura”, afirmó Le Corbusier. Y es que una correcta iluminación, ya sea natural o artificial, es primordial en cualquier tipo de proyecto. Y en el caso de los restaurantes lo es, si cabe, más todavía.
Una experiencia gastronómica completa es aquella que satisface los cinco sentidos y, por tanto, conjugar de manera correcta las diferentes disciplinas artísticas que infieren en ella puede marcar la diferencia. Cocina y diseño han de ir de la mano para potenciar la singularidad de cada restaurante y satisfacer las necesidades y exigencias de los clientes potenciales.
Para ello hay que cuidar cada detalle y la iluminación es uno de los más importantes. Cualquier exceso o defecto de esta podría incurrir en la degradación del diseño y del ambiente y, por ende, de la experiencia del cliente.
Por lo tanto, a la hora de diseñar el ambiente lumínico de un restaurante cabe prestar atención a ciertos factores.
Factores a tener en cuenta a la hora de diseñar la iluminación de un restaurante
Cada local tiene un estilo y estructura diferentes, por lo que los elementos decorativos y funcionales deben ir en consonancia.
La iluminación de un restaurante debe estar planificada de forma correcta para que no se produzcan ni sombras, ni deslumbramientos. Además, esta debe generar un acotado de espacios en función a la distribución proyectada.
En primer lugar, es indispensable prestar atención a la iluminación ambiental, ya que esta dictaminará el estado de ánimo de los comensales. Una luz tenue evoca intimidad y cierto romanticismo, mientras que una luz más intensa es perfecta para restaurantes de comida rápida o restaurantes familiares.
En segundo lugar, el diseño debe estar siempre a servicio de la funcionalidad. Para que los comensales puedan ver con claridad el menú o los platos que se sirven, debe haber iluminación de refuerzo. Es importante focalizar la luminosidad sobre la zona de mesas y elegir los modelos de luminaria según la ubicación de las mismas. Además, las zonas de acceso y pasillos deben disponer de su propia iluminación para una correcta accesibilidad.
Y, por último, los focos de luz deben potenciar aquellos elementos decorativos o diferenciales del local. De esta manera, dirigimos la atención del cliente a aquellas zonas que queramos resaltar por su contenido artístico o estructural.
Psicología de la luz: La temperatura de color
Por otro lado, es importante cuidar la temperatura de color. Dependiendo del tipo de restaurante o, incluso, de las diferentes zonas dentro del mismo local, la temperatura propiciará diversas sensaciones y afectará al comportamiento de los comensales.
Las luces cálidas favorecen un ambiente relajado e íntimo y, por tanto, se deben emplear para aquellas zonas o locales destinados a estancias más prolongadas. Lograr un ambiente tenue y cálido provoca que los comensales se encuentren en un clima más distendido y relajado y que, por ende, la comida se alargue, dando pie al diálogo y la sobremesa más allá de los tiempos de servicio.
Sin embargo, la temperatura más fría favorece una mayor rotación de la clientela y es, por tanto, idónea para zonas como la barra de un restaurante o para aquellos locales con varios turnos de servicio. La iluminación más brillante provoca una mayor ansiedad a la hora de elegir la comida. Los comensales piden rápido y, generalmente, más cantidad de la que necesitan y los alimentos se consumen con un mayor frenesí.
Cabe destacar pues, que lo importante es adaptar el tipo de iluminación a las necesidades del restaurante y crear así ambientes que otorguen confort visual al usuario, generando diferentes tipos de sensaciones y emociones.