Como si de un oasis en el tejido urbano de la ciudad de Valencia se tratara, la Horchatería Cal Carrero se presenta al barrio de San Isidro para dotarlo de un espacio único en su tipología.
La esencia del edificio es hilo conductor de este proyecto en el que 022 estudio ha desengranado los entresijos de una particular construcción.
En un antiguo taller de carros, situado en uno de los bajos de una peculiar alquería que ha visto como diferentes actividades se daban lugar entre sus cuatro paredes, hoy se alza Cal Carrero.
La conexión entre el exterior y el interior era una aspecto a potenciar, tanto por los vestigios de aquello que fue, como por la privilegiada terraza con la que cuenta este local.
Sin caer en la evidencia, 022 estudio apuesta para este diseño por elementos que generen guiños tanto a la tradición particular del espacio, como al producto que ahora se servirá en él y a la cultura autóctona.
Dentro del local, un único espacio diáfano, sólo fragmentado por las zonas privadas y de servicios del negocio, resuelve todo el programa dirigido al cliente. El protagonismo de los helados y de la horchata es patente cuando se accede al interior. La barra, acotada en su volumen por unas bóvedas que recuerdan a la cubierta de algunos carros, preside el espacio.
A ambos lados de la entrada, diferentes reinterpretaciones de asientos cubiertos por un sistema similar al de la barra generan varias tipologías de acomodo para la clientela.
El pavimento juega un papel de marcado de zonas en cota cero. Definiendo el acceso y representando un nivel de calzada y otro de acera.
La materialidad y la gama cromática de este proyecto honran a la cultura valenciana. Cerámica y colores de la albufera y de la huerta definen un espacio acogedor.
Sin caer en la evidencia, 022 estudio apuesta para este diseño por elementos que generen guiños tanto a la tradición particular del espacio, como al producto que ahora se servirá en él y a la cultura autóctona.
Dentro del local, un único espacio diáfano, sólo fragmentado por las zonas privadas y de servicios del negocio, resuelve todo el programa dirigido al cliente. El protagonismo de los helados y de la horchata es patente cuando se accede al interior. La barra, acotada en su volumen por unas bóvedas que recuerdan a la cubierta de algunos carros, preside el espacio.
A ambos lados de la entrada, diferentes reinterpretaciones de asientos cubiertos por un sistema similar al de la barra generan varias tipologías de acomodo para la clientela.
El pavimento juega un papel de marcado de zonas en cota cero. Definiendo el acceso y representando un nivel de calzada y otro de acera.
La materialidad y la gama cromática de este proyecto honran a la cultura valenciana. Cerámica y colores de la albufera y de la huerta definen un espacio acogedor.