El día que Maria Grazia Chirui -directora creativa de Dior- eligió el Real Alcázar de Sevilla como escenario para su desfile, se selló una alianza que lleva años germinándose: la de la arquitectura y la moda. El matrimonio de estas dos disciplinas ha dado lugar a algunas de las experiencias más impresionantes, no solo de la industria del lujo, sino también de la vertiente más urbana y callejera de ambas artes.
Lo extraordinario de este desfile no fue solo la grandiosidad del espacio, sino la retroalimentación de estas dos disciplinas, que tuvo como resultado uno de los momentos más icónicos de los últimos años. Música, danza, arquitectura y moda conjugaron, por unas horas, el mismo idioma, componiendo una auténtica canción de amor a la cultura y arquitectura andaluza.
El telón de fondo -el Real Alcázar de Sevilla-, es un impresionante ejemplo de arquitectura mudéjar y renacentista, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y una auténtica joya arquitectónica, cuyas paredes y exuberantes jardines han sido testigo de la confluencia de los influjos árabes, góticos, renacentistas y barrocos, dando buena muestra de la historia de nuestro país. Sobre este impresionante escenario, ubicado en el corazón de Sevilla, se construyó ad hoc una pasarela que fue en sí misma una obra de arte arquitectónica. El suelo de azulejos cerámicos con patrones geométricos constituyó un guiño a la esencia de los patios andaluces y la iluminación se dispuso para captar la calidez de este escenario único. Por su parte, Dior presentó una colección homenaje a la arquitectura andaluza. Sus diseños, impregnados de elementos arquitectónicos -como los intrincados detalles de encaje que recordaban a las celosías de las ventanas mudéjares- fueron una auténtica representación de la rica herencia arquitectónica de Andalucía y constituyeron uno de los momentos más emblemáticos de la historia común de estas dos expresiones artísticas.
Es, por tanto, en la intersección entre la moda y la arquitectura donde convergen la creatividad y el estilo de forma magistral, proyectándose la una sobre la otra y formando con su unión una fuente inagotable de inspiración. Y es que puede parecer que es en sus semejanzas donde estas dos disciplinas confluyen -las formas, el uso de los materiales, la injerencia del ser humano sobre ellas-, sin embargo, es en sus diferencias donde ambas expresiones artísticas encuentran la inspiración.
Con las semanas de la moda de Nueva York, Londres, Milán y París tocando a la puerta, cabe pararse a hacer una retrospectiva por los instantes más icónicos que esta alianza nos ha proporcionado -véase el desfile de Dior en el Real Alcázar de Sevilla- y, por supuesto, de permanecer expectantes ante los grandes momentos que, sin duda, están por venir.
El diseño de interiores en las boutiques de alta costura
Hemos hablado en muchas ocasiones sobre la importancia de cuidar el diseño arquitectónico de las tiendas de ropa y retail. Esto no solo favorece la decisión de compra de los usuarios, sino que les proporciona una experiencia satisfactoria para garantizar su lealtad y proyectar una buena imagen de marca.
Por eso, en el caso de las tiendas de moda de alta costura, esto se eleva exponencialmente. En estos espacios, no se ha de ofrecer una simple experiencia de compra, sino un viaje: un viaje al lujo, al hedonismo, a la exclusividad, al placer. De ahí que algunas de las firmas más icónicas de alta costura, como Chanel, Prada o Louis Vuitton hayan colaborado con arquitectos de renombre mundial para crear sus boutiques.
Un caso notable es la Maison Louis Vuitton de Tokio, diseñada por el arquitecto japonés Jun Aoki. Este edificio en forma de diamante, revestido de vidrio y metal está concebido prácticamente como un museo, en cuyo interior las prendas de alta costura brillan, expuestas como auténticas obras de arte.
Diseñadores que dejan una impronta en la arquitectura
Son muchos los diseñadores que han dejado su impronta en la arquitectura, bebiendo de las corrientes arquitectónicas más influyentes y convirtiéndose, a su vez, en fuentes de inspiración para arquitectos de todo el mundo.
Cuando el influyente diseñador de moda belga Raf Simons colaboró con el arquitecto Sterling Ruby para crear la Flagship Store de Calvin Klein en Nueva York, expandió el enfoque estilístico de Simons en la moda. Este espacio brutalista, compuesto de acero y madera, se convirtió, pues, en una muestra de la estética vanguardista que ha dejado una huella indeleble en el diseño de interiores y la cultura visual más contemporánea.
El diseño de pasarelas como expresión arquitectónica
Como ya hemos visto en el caso del desfile de Dior en el Real Alcázar de Sevilla, en el mundo de la moda, las pasarelas no son simples escenarios, sino que se convierten en expresiones arquitectónicas de creatividad y estilo, que infieren de forma directa en cómo los espectadores perciben la colección que en ellas se expone.
Por eso, cada vez más, los diseñadores cuidan en especial esta parte del espectáculo a la hora de presentar sus prendas al público más exclusivo. La famosa pasarela de Louis Vuitton en la Fundación Louis Vuitton de París, diseñada por Frank Gehry se ha convertido en una de las precursoras para futuros diseñadores y arquitectos. Esta estructura de vidrio y acero, que se asemeja a velas hinchadas por el viento, sirve como un impresionante telón de fondo para los desfiles de moda de la marca. La arquitectura se convierte en una parte integral del espectáculo, elevando la experiencia de la moda a un nivel casi etéreo.
Innovación funcional y estética
La colaboración entre arquitectos y diseñadores de moda no solo se trata de estética, sino también de funcionalidad.
El arquitecto japonés Tadao Ando diseñó la tienda de moda Issey Miyake en Tokio, donde la funcionalidad y la estética convergen para crear un espacio único. Las paredes móviles y las estructuras versátiles permiten a la tienda adaptarse a diferentes necesidades, desde exhibiciones de moda, hasta eventos. Esta flexibilidad arquitectónica resalta la capacidad de la moda para transformar los espacios y adaptarse a diversas funciones.
El futuro de la fusión entre arquitectura y moda
Aunque ya cuenta en su pasado con numerosos hitos, la historia común de la arquitectura y la moda todavía tiene un largo recorrido por delante.
En este camino influirán, indudablemente, aspectos como la implementación de nuevas tecnologías -con la realidad virtual como vértice principal de aquello que está por llegar- y la sostenibilidad y responsabilidad medioambiental -cuya injerencia ya está modificando las tendencias de fabricación y construcción en todos los rincones del mundo-.
Una retrospectiva por los momentos más icónicos de las Fashion Week
De la misma manera que Dior eligió el Real Alcázar de Sevilla para presentar su colección, son muchos los diseñadores que han optado por grandes espacios arquitectónicos para elevar sus colecciones en algunas de las citas más destacadas de la industria de la moda.
Desde Alexander McQueen en el Guggenheim de Bilbao en 1997, al desfile de Louis Vuitton en el Louvre en la Fashion Week de París 2019, los museos ofrecen un telón de fondo que integra arquitectura y moda, proyectando un espectáculo visual cuya magnificencia está a la altura de la espectacularidad que caracteriza a la industria de la alta costura.
En definitiva y, aunque todavía quedan muchas páginas por leer de esta historia, son muchos los momentos icónicos que esta alianza entre arquitectura y moda nos ha brindado. Sin duda, esta unión plantea un territorio fértil para que diseñadores y arquitectos lo conviertan en su terreno de juego, explorando, moldeando y creando a su antojo. Por el momento, nos mantendremos muy atentos ante las propuestas que están por venir en las cuatro citas más importantes del año: Nueva York, Londres, Milán y, por supuesto, París.
por Rocío Tuset